LAS MUJERES BAUTISTAS EN MIAHUATLÁN DE PORFIRIO DÍAZ, OAXACA.

Ángel Christian Luna Alfaro

4.2.1 Reconfiguración de los roles genéricos y discriminación en los procesos migratorios

Esta perspectiva nos plantea que los movimientos migratorios se ubican en el devenir histórico y son provocados tanto por los cambios en los sistemas productivos como por las relaciones sociales. Aquí, las y los protagonistas de la inmigración son grupos o sectores sociales definidos por su acceso a los medios de producción (Castells, 1978). En este enfoque la estructura de clase es la variable fundamental para entender las migraciones. En esta teoría, el sexo, más no el género, es un factor que se toma en cuenta para explicar la composición de los flujos migratorios; sin embargo, la categoría no suele aparecer cuando se analizan los efectos que la emigración provoca en las áreas de origen. Pese a esta situación, Brydont y Chant (1989:129) observaron cómo, en algunas regiones, los movimientos migratorios masculinos provocaron la feminización de la agricultura.

Pocas pesquisas se enfocan al estudio de las diferencias que el impacto de algunos movimientos migratorios tiene en términos socioeconómicos en las áreas de origen, específicamente en el desequilibrio por género que se produce en la población expulsora. El estudio de Sassen-Koob (1984) es el que más se acerca a esta problemática, cuando constata que la movilización de la mujer como fuerza de trabajo contribuye a romper las estructuras de trabajo no pagado en las comunidades de origen. Para esta autora, cuando las mujeres emigran, los hombres jóvenes se quedan sin compañeras y los grupos domésticos como consecuencia pierden un factor de trabajo clave.

No obstante, los estudios desde el enfoque histórico-estructural suponen un avance en la consideración del género como categoría de análisis, en los modelos teóricos sobre migraciones que utilizan esta visión, el análisis de género como tal aparece subordinado al análisis de clase o adscripción religiosa, entre otras variantes.

El debate teórico que surge a finales de los años 70 del pasado siglo, viene relacionado con la búsqueda de los orígenes de desigualdad de género en el capitalismo y el patriarcado como sistemas independientes (Eisenstein, 1978); ambas preocupaciones abren nuevas avenidas al tratamiento del tema. En esta línea de trabajo, el interés se ha centrado en intentar explicar la emigración femenina, ya no sólo como consecuencia de la penetración del capitalismo, sino en interacción con las estructuras patriarcales que definen las sociedades de origen, concibiendo en gran medida al mismo capitalismo como una de las tantas iniciativas de las sociedades patriarcales.

Para Morokvasic, (1984) otro factor que debe tomarse en cuenta en el estudio de la migración femenina es el control de la movilización de las mujeres en sus comunidades de origen. El planteamiento central es qué tanto incide en la decisión de las mujeres, en su determinación por emigrar o no, el hecho de que sus comunidades ejerzan un mayor o menor control, reclusión o limitación de su rol público, por medio de sus costumbres, normas y actitudes.

4.2.2 Relaciones de género dentro del grupo doméstico

La teoría de la articulación es un modelo desarrollado por Kearny (1986), que pretende superar las deficiencias los anteriores enfoques. Esta teoría pone énfasis en el complejo mundo de relaciones que se tejen en el núcleo doméstico y su articulación con el capitalismo. En ésta, el núcleo doméstico toma una posición estratégica porque en su interior se da la producción y reproducción social del sistema capitalista como un todo. Las dos unidades de análisis centrales de este modelo son el grupo doméstico y la red migrante.

La unidad de análisis grupo doméstico, surgida de la teorización feminista, ha sido definida como un conjunto de personas que aseguran su mantenimiento y reproducción con base en la generación y disposición de un ingreso colectivo. En este modelo, la emigración es una estrategia de mantenimiento y reproducción de los grupos domésticos, en respuesta a las oportunidades y limitaciones impuestas por el contexto social, político y económico más amplio. La utilización del grupo doméstico como unidad de análisis permite tomar en cuenta con mayor profundidad el papel de la reproducción que había sido olvidada en los enfoques anteriores; y por otro lado, incluir las relaciones ideológicas de género que aparecen dentro del mismo grupo.

4.2.3 Los campos y las redes migratorias

La noción de red no es novedosa en los estudios antropológicos; tiene sus antecedentes en los estudios desde la economía, a cargo de Barnes (1954), quien diferencia las relaciones de parentesco, de amistad y las vecinales, pero que en conjunto forman un campo social que el autor denominó red. El mismo término, el de campo, ha sido utilizado para definir categorías desde el ámbito de la sociología y antropología social, entre otras disciplinas sociales.

Siguiendo con esta línea reflexiva, desde un enfoque de carácter culturalista, Hendricks (1974) explica que para entender plenamente el comportamiento emigrante era esencial examinar tanto los contextos sociales y culturales de las sociedades remitentes y receptoras, así como el proceso de inmigración, tratando a cada uno como un elemento constituyente del campo social. Inclusive, estas redes bien se pueden pensar como una especie de microestructuras mediadoras que facilitan y perpetúan la migración como un proceso social autosuficiente.

En consecuencia, la inserción al mundo académico del concepto de red migratoria va a significar que para que se deba y mantengan las migraciones internacionales, se hace necesaria la activación de una serie de contactos que forman parte de una red de relaciones preexistentes (de parentesco, amistad o vecindad). A través de estas redes fluirá información, recursos y todo tipo de bienes y servicios materiales y no materiales orientados a que la emigración se lleve a cabo. Sin exceptuar varias anomalías o aspectos que provoquen nuevas problemáticas o riesgos a dichos procesos y dinámicas.

Si bien es cierto que en ninguno de los trabajos citados en esta sección se ha realizado un análisis de las relaciones sociales desde la perspectiva del género, no podemos negar la influencia e inercia que éstos traen consigo, así como el impacto que pueden tener en las nuevas posturas teóricas, metodológicas y conceptuales en el abordaje de la temática que nos compete.

El libro de Lourdes Arizpe (1980), titulado La migración por relevos y la reproducción social del campesino, en el marco contextual mexicano, señala la existencia de una migración por relevos cuyo punto de partida surge en relación al ciclo familiar, sin importar el estrato socioeconómico al cual pertenezca. Es común, para el caso de Oaxaca, notar que el proceso migratorio lo encabeza regularmente un hombre en su rol de padre o jefe de familia. Una vez que llega al lugar que desea, le sigue su pareja e hijos/as.

La ruta mixteca, el impacto etnopolítico de la migración transnacional en los pueblos indígenas de México, es una obra coordinada por Stefano Varese y Sylvia Escárcega (2004), siguen una línea similar a la descrita en éste apartado. Los sujetos de estudios son multifacéticos: indígena, mexicano (oaxaqueño), transnacional y globalizado; los problemas: discriminación, violación de los derechos humanos, la disyuntiva entre lo moderno y la tradición, entre otros. Las redes sociales y las rutas que se trazan en el proceso migratorio, de indígenas zapotecos y mixtecos, resultan ser, pasadillos, donde no solamente transitan hombres, si no también mujeres, las condiciones en las que experimentan este proceso, entre otros detalles más, siguen siendo un pendiente, necesario de investigar.

4.2.4 Migraciones y el enfoque de género, dilucidaciones generales

En los párrafos previos mostramos a grandes rasgos, un listado de trabajos desde diversas disciplinas que han abordado los laberínticos caminos de los procesos migratorios, enfatizando aquellos que consideré viables para los objetivos perseguidos en la presente pesquisa, es decir, aquellos que tienen que ver con el análisis sobre los aspectos específicos de las mujeres en el campo y/o contexto migratorio.

En este corredor referencial, el análisis de tópicos tales como la división sexual del trabajo, resultan de interés para visualizar las detonantes que otorgan espacios diferenciales de desarrollo de las actividades productivas y reproductivas; y en consecuencia diferente valor simbólico, pero también en relación con la existencia de mecanismos de control y subordinación del trabajo en función del género.

Un aspecto más, en el cual nos detuvimos a detallar fueron las relaciones de poder dentro del grupo doméstico reflejados en representaciones tales como acceso a los recursos, los diversos niveles de autonomía en la toma y tipos de decisiones sobre las que tiene mayor control y legitimación de las autoridades políticas, sin olvidar el prestigio que representa para cada cultura dicho proceso y sus dinámicas particulares.

Conjuntamente mencionamos el proceso denominado transnacionalidad, enfatizando que los estudios de los grupos domésticos no pueden efectuarse obviando los dos o más contextos de los que forma parte. Por ende resulta imperativo tomar en cuenta los contextos y sus diferencias geográficas, políticas, económicas y socioculturales, sin negar que todo lo enlistado forme parte de un mundo interconectado en el que la migración constituye un aspecto más, dentro del sistema mundo.

Al respecto de la influencia o resultados de los procesos migratorios y los impactos en la incorporación de las mujeres al ámbito público podemos recalcar otras dimensiones del análisis sobre aquellas que han decidido quedarse en sus poblaciones de origen. Estas pesquisas bien podrían profundizar en tópicos relacionados con la espiritualidad/religión, el trabajo, la sexualidad, la condición civil, participación política, su inserción al mercado laboral, entre otras más, que se relacionen con todo proceso subjetivo/individual, en el cual se insertan o se ven obligadas a refugiarse por factores endógenos y exógenos.

Durante 40 años, los estudios de la migración femenina han ido en aumento, enriqueciéndose de diversas disciplinas y experiencias en el campo de la investigación cuali y cuantitativa. En la medida de lo posible, estos estudios comenzaron a superar la producción teórica sobre movimientos migratorios internacionales y nacionales, estigmatizada por un sesgo economicista y androcéntrico que ha obviado la importancia de los sistemas de creación de desigualdades de género. La producción teórica de los últimos años ha puesto en la mesa de la discusión que la construcción o el cambio de las desigualdades de género no puede analizarse al margen de una realidad global. Además ha llamado a que se ponga más énfasis en cómo determinados procesos pueden producir un cambio en las relaciones de género referidos a la división sexual del trabajo y permitir la mayor incorporación de las mujeres en la fuerza laboral internacional. Daniel Cazés (2005:124) nos sugiere, en términos de evaluación y diseños de diagnósticos sociales que incorporan el enfoque de género, un perfil panorámico que incluya, por lo menos los siguientes seis aspectos: 1. Salud. 2. Educación escolarizada. 3. Actividades económicas. 4. Participación y derechos legales y políticos. 5. Actitudes y acciones relacionadas con la reproducción. 6. Patrones de migración. El mismo autor nos señala que los perfiles deben incluir, al menos de manera general la siguiente información (Ibidem): • Situación actualizada del desarrollo en lo que concierne al tema del perfil. • Progresos recientes de ese desarrollo. • Características geográficas, políticas e históricas importantes del grupo a estudiar. • Dimensiones básicas de la composición sociocultural (como las condiciones urbana o rural, étnica, religiosa, de clase, etc.) de la población que se trate. • Problemas clave del desarrollo y prioridades para iniciar cambios.

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